Nace del dolor de saberse desorientada, perdida y sola a lo largo de mucho tiempo.
Ese vacío existencial estaba lleno de insatisfacción, constante búsqueda de “algo”, apatía, ansiedad y soledad.
Tumbos con rumbo está vivo, abierto, va creciendo y gestándose en presente.
Ahora mis tumbos y el rumbo de la vida conviven de manera más armoniosa. Ahora se pueden escuchar, ver, y, a veces, se guiñan un ojo.
No hay tumbos sin rumbo, ni rumbo sin tumbos y, así es mi vida.
Es también un camino de transformación y crecimiento constante. Atravesando vacíos llegaré a nuevos lugares.